San Miguel de Tucumán
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¿Qué son los biocombustibles?

Los combustibles alternativos, prometedores, pero a veces controvertidos, ofrecen una vía para distanciarse de sus homólogos fósiles.

Los biocombustibles existen desde hace más tiempo que los coches, pero la gasolina y el gasóleo baratos los han mantenido al margen durante mucho tiempo. Las subidas de los precios del petróleo, y ahora los esfuerzos mundiales para evitar los peores efectos del cambio climático, han espoleado con más urgencia la búsqueda de combustibles limpios y renovables.

 

Los viajes por carretera, los vuelos y el transporte marítimo representan casi una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, y el transporte sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles. La idea que subyace al uso de los biocombustibles es sustituir los combustibles tradicionales por otros fabricados a partir de material vegetal u otras materias primas renovables.

 

Aun así, el concepto de utilizar las tierras de cultivo para producir combustible en lugar de alimentos conlleva sus propios retos, y las soluciones que se basan en residuos u otras materias primas aún no han podido competir en precio y escala con los combustibles convencionales. La producción mundial de biocombustibles debe triplicarse de aquí a 2030 para cumplir los objetivos de crecimiento sostenible de la Agencia Internacional de la Energía.

 

Tipos de biocombustibles y usos

Hay varias formas de fabricar biocombustibles, pero generalmente utilizan reacciones químicas, fermentación y calor para descomponer los almidones, azúcares y otras moléculas de las plantas. Los productos resultantes se refinan para producir un combustible que puedan utilizarlos coches u otros vehículos.

 

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Gran parte de la gasolina de Estados Unidos contiene uno de los biocombustibles más comunes: el etanol. Fabricado mediante la fermentación de los azúcares de plantas como el maíz o la caña de azúcar, el etanol contiene oxígeno que ayuda al motor del coche a quemar el combustible de forma más eficiente, reduciendo la contaminación del aire. En Estados Unidos, donde la mayor parte del etanol se obtiene del maíz, el combustible suele contener un 90% de gasolina y un 10% de etanol. En Brasil, segundo productor de etanol por detrás de Estados Unidos, el combustible contiene hasta un 27% de etanol, siendo la caña de azúcar la principal materia energética.

 

Las alternativas al gasóleo son el biodiésel y el diésel renovable. El biodiésel, derivado de grasas como el aceite vegetal, la grasa animal y la grasa de cocina reciclada, puede mezclarse con el diésel de petróleo. Algunos autobuses, camiones y vehículos militares de Estados Unidos funcionan con mezclas de combustible de hasta un 20% de biodiésel, pero el biodiésel puro puede verse afectado por el frío y causar problemas en los vehículos más antiguos. El diésel renovable, un producto químicamente diferente que puede derivarse de grasas o residuos vegetales, se considera un combustible sustituto que no necesita adaptación ni mezclarse con el diésel convencional.

 

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Se han creado otros tipos de combustible de origen vegetal para la aviación y el transporte marítimo. Más de 150 000 vuelos han utilizado biocombustible, pero la cantidad de biocombustible de aviación producida en 2018 representó menos del 0,1% del consumo total. También en el transporte marítimo, la adopción del biocombustible está a niveles muy inferiores a los objetivos para 2030 fijados por la Agencia Internacional de la Energía.

 

El gas natural renovable, o biometano, es otro combustible que potencialmente podría utilizarse no solo para el transporte, sino también para la generación de calor y electricidad. El gas puede capturarse de los vertederos, las explotaciones ganaderas, las aguas residuales u otras fuentes. Este biogás capturado debe refinarse para eliminar el agua, el dióxido de carbono y otros elementos, de modo que cumpla los requisitos necesarios para alimentar los vehículos de gas natural.

 

 

Los científicos y las empresas emergentes están sopesando otros materiales que puedan servir de combustible sin las preocupaciones que acarrean el suministro de alimentos y el impacto medioambiental. El etanol celulósico, por ejemplo, utiliza rastrojos de maíz, residuos de madera u otros materiales vegetales que no se utilizarían de otro modo. Otras materias energéticas potenciales para los biocombustibles son las hierbas, las algas, los residuos animales, la grasa de cocina y los lodos de las aguas residuales, pero se sigue investigando para encontrar las formas más eficaces y rentables de transformarlos en combustible utilizable.

 

Fuente: NATIONAL GEOGRAPHIC